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De Cruz y Media Luna/From Cross and Crescent Moon
por Dra. Guadalupe Cortina

Prólogo a De cruz y media luna-From Cross and Crescent Moon

 
Esta colección bilingüe de poemas (español e inglés) es el resultado de un viaje que la hablante poética inicia en el Oriente. Es también una muestra artística del proceso de vivencias íntimas, emocionales y culturales transfronterizas en todas sus implicaciones: dos culturas en contacto amoroso representadas en la hablante poética y su amado, así como en el fruto resultado de esa comunión. Presente en esta compilación está el hijo, quien es el que facilita/demanda el proceso de la trascripción al español en la voz de la madre al interpelarlo, y es ella quien se encarga de mostrarle las señales de la lengua paterna. Luego, por la cultura en la que emerge, se crea la urgencia de la traducción o transliteración al inglés, a través de un viaje interesante e iluminativo, que pueda finalmente hacer legible al ser amado el amor propuesto a través de todos los poemas.

          La preposición con la que se inicia el título de la colección…De…nos advierte acerca del tema predominante en la poesía de esta colección: ella y él, además el hijo, que es la suma de las dos partes, más él mismo. En consecuencia, porque no son solamente ellos como individuos sino que ambos se presentan con toda la herencia ancestral de las culturas de las que provienen, la hablante poética presenta posibilidades de que el futuro incluya la riqueza de los siglos pasados y transforme sus vidas en común a un presente comprensible, aunque enigmático. Las posibilidades siempre presentes en el discurso con el hijo, es uno de los temas recurrentes en la poesía de esta colección.

          Otro de los temas es la disponibilidad de la hablante poética hacia sus seres amados. Ella tiende a desaparecer sus rasgos atávicos y a emerger completamente dentro de la visión del amado y del hijo. Pero  no para quedar vacía o abolida, ya que es en ellos en los que reaparece su propia herencia, como si la liquidez en el mar, el llanto, la leche materna, los fluidos amorosos, el rocío del amanecer, fuera la condición primigenia para penetrar todas y cada una de las células de sus seres y asimilarse en sus vidas. La mujer así adquiere la visión del amado, recibe también su cultura y su psique aprende a amarla con la misma reverencia del compañero. Se sabe ingeniera de la cultura del hijo, ya que en él se da una nueva historia que comprende la de sus progenitores, pero que tiene una visión novedosa del desierto y las memorias. A la vez, les impregna a ellos su especial acervo cultural. La hablante manifiesta un amor poderoso con el que los cobija, los acerca y los nutre.


Se puede dividir la colección de poemas en tres partes: la unión y comunión con el amado, la gestación del hijo y el alumbramiento, y la formación de la nueva herencia en el hijo. A través de estas experiencias feminocéntricas, la hablante se traslada a un mundo misterioso, que poco a poco va destituyendo interrogantes y la recibe en su cotidianeidad y grandeza.

          En “Camino con tus pies”, la hablante poética asume al amado para entender su cultura de la que se confiesa ajena y a la que percibe inmutable. Al apoderarse del pasado de él, reedifica también a la madre virgen y al padre novio en sus esponsales de jóvenes, al mismo tiempo que prefigura el futuro en el hijo que engendrará conjurando ese pasado.

          El erotismo manifestado en una sensualidad que combina lo espiritual y el goce, sin falsas dicotomías, tiene una cualidad trascendental en la poesía de Ardalani. En los poemas “Los almohadones blancos” y “Para que no te pierdas”, esta cualidad se manifiesta como la potestad de la hablante poética de permitirle al amado entrar por su noche y sus dominios. El ocelote, los cóndores y la anguila sugieren la representación de las dos culturas, la del Nilo y la del continente americano, que trascienden imaginarios identitarios para concentrarse sólo en ellos dos. En “Para mi noche sólo” y “Sobre la mancha azul” hay una correspondencia de sentimientos, ella como tempestad y mar y él el navegante que surca sus aguas que luego ambos son transformados en sílabas y luego en palabras para venir a transformarse en el hijo que se afinca en su abismo.

         

En “Tengo hambres extrañas” la hablante habla de una preñez soberbia y primigenia y se concede identificarse con la tierra, antes o al instante de ser fecundada. El embarazo es una experiencia que la identifica con el universo y sus habitantes. En “Arquetípica” la hablante interroga los supuestos de Carl Jung, y resignifica la experiencia del alumbramiento, éste es una guerra, y a la dulzura de la maternidad anteriormente expresada como asexuada, la dota de sensualidad, y como Frida Khalo en sus famosos retablos, se reproduce. Los elementos omnipresentes en el embarazo y que nunca se mencionan: las estrías, el calostro, los senos de fuego heridos, la sensualidad, vienen a formar parte de su nuevo inconsciente colectivo, dándoles presencia literaria. El alumbramiento puede ser sensual, ya que al igual que una guerra, produce el placer del vencimiento, que en su guerra se traduce en la satisfacción de haber forjado un ser producto de dos. 

         
 
 

          La satisfacción, la sensualidad y las posibilidades son recurrentes en la poesía de Ardalani. “De Cruz y Media Luna” es un poema en el que la hablante le habla a ese ser, al hijo, de las circunstancias en que fue procreado, entre las cuales el amor, el deseo y la pasión son tan poderosas que pueden olvidar la historia y proyectar el futuro. El hijo es la posibilidad, la esperanza de la conciliación de la historia. La maternidad se presenta en la poesía de Ardalani también como una potencia: el mundo caótico anterior a haber trascendido la vida, lo ordena ella para ese nuevo ser en “Antes de ti”. En “En mis senos de fuego”, “Si te acuestas aquí” y “Nos despertaron los mosquitos”, la hablante poética le narra al hijo todas las vivencias y sentimientos que se le despertaron al darle por primera vez el alimento de sus senos de fuego. La hablante poética se identifica de nuevo con la tierra y como ésta, sustenta a su hijo con un alimento ancestral: el calostro. Este oro líquido, desapercibido en la poesía masculina, para Ardalani es una potente metáfora de transmisión de sabiduría cultural; es la inoculación contra las intransigencias, la incomprensión, el desconocimiento y las injusticias que éstas provocan. Al igual que le ha dado vida a través de un amor etéreo y apasionado (que ella hace posible porque los sentimientos impalpables se corporizan en la sensualidad siempre presente), la hablante le regala la facultad de la lengua, también como una metáfora poderosa de la herencia cultural que le está transmitiendo. Lengua, memoria, cultura, son necesarias para contrarrestar de alguna manera la otra herencia femenina de la otra abuela, la que no tiene puentes y sabe a cárcel, y cuya lengua es de hielo.

En esta última sección del poemario, Ardalani construye con las palabras mundos posibles, que en el futuro, en la nueva identidad que el hijo ya posee, él recurra también a las posibilidades infinitas que le proveen sus dos culturas. Incluso no actuar es también una opción, todo es fructífero porque así se lo ha imaginado ella. El lenguaje como agente transmisor y sanador de la psique cultural es increíblemente enfatizado en “Dice tu padre que te enseñe”. A pesar de que la lengua y la cultura del padre son percibidas en ese instante como transmisoras también de múltiples heridas, el hecho de cedérselas al hijo las depura. Sólo se transmite lo mejor y esto se transforma en el bálsamo que serena el dolor. A la vez, esto la lleva a rememorar el futuro, cuando quizás el dolor del destierro en los ojos del amado sea tan poderoso que se aleje de nuevo a sus tierras originales y la hablante nos confunde y se confunde y no sabemos si en realidad está recordando al abuelo o al amado cuando se transforme en abuelo en “Te imagino”. En “Huérfano” es él, el amado que recuerda al padre en el que se transformará porque el padre ha partido ya, lo ha dejado en una orfandad desconocida, soledad rebelde para andar en el mundo sin raíces, que aunque lejanas, lo ataran a la tierra. Este poema es enormemente conmovedor por la fiera ternura con que la hablante poética transmite la empatía con el dolor del amado. Los últimos dos poemas: “Sangrarás” y “Tus abuelas rezaron”, presentan utilizando la conjugación en futuro, todo el mundo de posibilidades que las culturas y las espiritualidades de las que es originario le abren al nieto, incluso cuando el sufrimiento llegue. Ardalani crea una dinastía cuya fuerza y firmeza procede de las abuelas, las mujeres fuertes espiritualmente cada una en su cultura y la refuerza con los abuelos, trasciende luego al amado y finalmente, es ella quien la puntualiza en él, el hijo es su oración, su palabra, su verbo y su creación.

            La poética presente en la compilación de Ardalani pareciera situarla en una larga y poderosa dinastía femenina de poetas como Ibarborou, Agustini, Storni, Mistral, y de las contemporáneas mexicanas Miriam Moscona y Mónica Mansour. Sin embargo, la manera en que el lenguaje teje y transmite cultura (elementos claves en su poética), y la experiencia de ser mujer es gozosa a partir de la inscripción de un cuerpo femenino sensual, pleno y generoso, la ubican dentro de un horizonte propio. El recurso de las imágenes y el simbolismo de la naturaleza no son tan herméticos como en la poesía de Coral Bracho, en Ardalani hay fluidez y a través de la inscripción de lo erótico y lo maternal desvanece límites y ensancha la perspectiva de los espacios. Declara Cynthia Pech: “La poesía trabaja la sensibilidad de quien lee. Los versos son palabras que se hacen propias, establecen una identificación y se traducen interpretativamente en significados”.[1] Así es como yo he leído a Ardalani y extiendo la invitación a acercarse a esta poeta, haciendo propia la experiencia de sus palabras, absorbiendo, maravillándose y viviendo su arte, sus mundos, sus fronteras. 

                                                        _______________________________

  [1] En “La Poética de la Experiencia como Poética Femenina”. Razón y palabra 47 octubre-noviembre, 2005. http://www.razonypalabra.org.mx. Marzo, 2006.
 

 

 

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