Dr. Alain Lawo-Sukam
Texas A&M University
Ardalani, Elvia. Miércoles de ceniza. México: Editorial Miguel Ángel Porrúa, 2007. Hipertexto
Después de alargar y enriquecer el mundo poético con los poemarios De cruz y media luna (1996), Por recuerdos viejos, por esos recuerdos (1989), Y comerás del pan sentado junto al fuego (2002), Elvia Ardalani nos ofrece su cuarto libro, Miércoles de ceniza, publicado por la Editorial Miguel Ángel Porrúa. Si en su primer poemario la poeta aborda la temática del recuerdo, en el secundo se dedica al tema amoroso dentro de un contexto transnacional/cultural/religioso. El tercer libro sigue desarrollando la temática del amor pero desde una postura semibíblica. Su cuarto libro es un largo poema de 622 versos libres e irregulares dividido en diecisiete partes con un hilo (temático) conductor: la muerte del padre. El poemario se aproxima mucho más a una prosa versificada por la fluidez de su sintaxis sin puntuación. La edición de 2007 se abre con el prólogo de la escritora nicaragüense Conny Palacio, quien hace un estudio analítico de la obra desde una perspectiva simbólica y estructuralista.
Miércoles de ceniza, como se infiere desde el título, trata del doloroso fallecimiento del padre de la voz poética. Tiene como temas principales la ausencia, la frustración, el reproche, la paz, la añoranza, la esperanza la memoria en el recuerdo y ligados a éstos el amor, que se perfila como el sentimiento más noble y profundo de Ardalani por la ausencia y la muerte de su padre. Es un poemario lírico y un canto elegíaco cuyas estrategias literarias son la anáfora, la aliteración, la metáfora, la repetición y el uso de las imágenes. El estilo es humilde aunque trabajado, natural y detallista en cuanto a su minuciosidad descriptiva. El título del poemario nos hace recordar el primer poema largo de Thomas S. Eliot Ash Wednesday (1930) dedicado a la Virgen María. Ambos libros tienen el mismo acercamiento doloroso de finitud ante la vida y al mismo tiempo un cierto respeto ante la imprevisibilidad de la muerte. El recuerdo y el dolor que siente la narradora ante la pérdida de su padre es reminiscencia de las Coplas por la muerte de su padre, de Jorge Manrique, uno de los poemarios elegíacos más importantes, y populares y académicamente más apreciados. Al igual de Jorge Manrique, Ardalani reflexiona sobre la fugacidad del tiempo, el poder igualatorio de la muerte y la figura heroica del padre. A diferencia de
Eliot y Manrique, Ardalani no se adentra tanto en la justificación de la vida eterna, la alabanza de la personalidad y tampoco cuestiona tanto la muerte. Con un estilo naturalista que recuerda al escritor francés Emile Zola, la poeta nos ofrece los pormenores físicos del cuerpo sin vida de su padre así como el ambiente alrededor de dicha muerte. Es una descripción precisa y expresionista que infunde al lector un sentimiento de familiaridad frente la pérdida de un ser querido y también uno de fragilidad frente a la muerte: "…la vulnerabilidad cristaliza los rostros los transparenta /de tal forma/ que cada persona en cada calle en cada mundo /es cada rostro un racimo apretado de blancura" (37)
La manifestación del dolor es tangible en casi todos los poemas de la obra. La muerte conmueve la narradora y entristece el corazón: "No hay nada en toda nuestra casa que sepa continuar después de tu partida" (43). La muerte acecha al ser humano cual león prófugo y lo atrapa cuando menos esperan: "…no escuché no supe no vi la despedida" (31). Aunque la muerte traspasa el alma de la voz poética, es solo un paso hacia la infinidad, la eternidad y la inmortalidad: "Muerto eras inmortal" (29). El padre difunto resplandece quieto y tranquilo como una ceniza, pesado y dócil.
De acuerdo con Conny Palacio el poemario tiene un sabor bíblico por la longitud de los versos y el simbolismo del título. Con mucha destreza, la crítica nicaragüense destaca dos niveles de comprensión del título: uno real y otro profundo o metatextual. El primero es relativo a la muerte misma del padre de la narradora que ocurre un miércoles y el segundo al significado de la ceniza como señal de duelo, de arrepentimiento y penitencia luego de la muerte de dicho ser humano y amado. Más allá de esta explicación literaria del título subyace también un proyecto aun más simbólico. Si es verdad que el padre murió un miércoles, no era cualquier miércoles del calendario anual sino un febrero. Como bien lo menciona la narradora "…era apenas un miércoles febrero soleado y fresco…" (27). La referencia temporal al mes de febrero cuadra muy bien con el primer día de la cuaresma en el calendario católico, protestante y anglicano. El hecho de colocar la muerte de su padre a cuarenta días antes del inicio de la Semana Santa o del Domingo de Ramos tiene una profunda connotación religiosa. Este fenómeno religioso no es extraño a la producción literaria de Elvia Ardalani ya que en sus poemarios anteriores es muy visible su inclinación hacia lo espiritual. La alusión al polvo (como referente de la ceniza) es recurrente y riega Miércoles de ceniza. La muerte del padre es parecida al polvo y nos hace recordar lo efímero de la vida. De igual manera la imposición de las cenizas (durante el Miércoles de Ceniza) nos recuerda que la vida en la tierra es pasajera. Una de las frases usadas para la imposición de cenizas es "Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás". La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y es un tiempo de ayuno, oración y penitencia. Pero en el poemario de Ardalani, aquel día de la muerte de su padre es más bien un tiempo de reflexión, de recordatorio y de celebración no tanto de la vida per se sino de la muerte aunque dolorosa y triste. Con Miércoles de ceniza, Elvia Ardalani se convierte en poeta de la muerte, pero de una muerte más cotidiana y humana. Con la presente obra, la poeta sigue su recorrido literario explorando y yuxtaponiendo el mundo real y espiritual; lo sagrado y lo profano con un lirismo sin disfraz.
Alain Lawo-Sukam
Hipertexto 10 (2009) 120 Hipertexto 10 (2009) 121